La Vitamina A participa en varias funciones esenciales del organismo, entre ellas, la piel. Se emplea para ayudar a corregir condiciones de sequedad y descamación de la misma. Su acción se relaciona con el crecimiento de los tejidos epiteliales. El epitelio es el tejido formado por una o varias capas de células unidas entre sí que recubren las superficies libres del organismo, como la piel. Además, la Vitamina A aumenta la función inmunitaria, reduciendo la posibilidad de contraer enfermedades infecciosas.
La Vitamina A también actúa estimulando la mitosis que es la multiplicación de las células epidérmicas, es decir, las que están en la capa exterior de la piel. Dado que las células epidérmicas surgen de las células basales, la piel aumenta su espesor y se seca cuando dichas células están desprovistas de esta vitamina.
Es decir que la Vitamina A ayuda a restaurar los tejidos dañados, aumenta la renovación celular y favorece el mantenimiento de la estructura de la epidermis, interviniendo en el control de la proliferación de las células.
En el tejido conectivo, la Vitamina A incrementa la síntesis de colágeno. Posee un efecto regulador sobre la formación de queratina. Colabora además con la rápida cicatrización de heridas y con la protección general de la piel. Está demostrado que la aplicación tópica de Palmitato de Retinol determina un engrosamiento epidérmico y un aumento del contenido del colágeno y del ADN en la dermis, mejorando la rugosidad cutánea, la elasticidad y la pigmentación.
Extracto de la compilación bibliográfica "Estrías atróficas" realizada por la Dra. Marcela V. Colasante, Médica Dermatóloga.